Historia de los Jubileos
en la Iglesia Católica
El Papa y la apertura del Congreso Eucarístico
en México
Carta apostólica: Señor, quédate con nosotros
Manual del Congreso: Programa, Delegados,
Himno, etc.
La Arquidiócesis de Guadalajara y el Congreso
Eucarístico
Encíclica: Iglesia de Eucaristía (resumen)
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Jubileo 2015-2016 convocado
por el Papa Francisco
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L PRIMER JUBILEO ordinario fue convocado en 1300 por el Papa
Bonifacio VIII, de la noble
familia de los
Cayetano, con la Bula "Antiquorum Habet Fida Ralatio". La ocasión última se remonta a la
corriente de espiritualidad,
de perdón, de
fraternidad que se extendía
entonces por
toda la cristiandad, en
oposición a los odios
y a las violencias que
predominaban en aquella
época. La ocasión inmediata
es la de unirse
al rumor, que había comenzado
a circular
en diciembre de 1299, según
el cual, durante
el año del centenario,
los visitantes de
la Basílica de San Pedro
recibirían una "remisión
completa de sus pecados".
La enorme
afluencia de peregrinos
a Roma llevaron al
Papa Bonifacio VIII a acordar
la indulgencia
para todo el año 1300,
y, en el futuro, cada
cien años.
Entre los peregrinos de
este primer Jubileo,
se pueden citar: Dante,
Cimabaue, Giotio,
Carlos de Valois hermano
del Rey de Francia,
con su esposa Catalina.
Dante Alighieri conserva
de ello un eco en la mayor
parte de los versos
del XXXI Canto del Paraíso,
en la "Divina
Comedia".
Después del traslado de
la sede del Papa
a Avignon (1305-1377) se
hicieron muchas
peticiones para que el
segundo Jubileo fuera
convocado en 1350 y no
en el 1400. Clemente
VII aceptó y fijó el plazo
todos los 50 años.
A las Basílicas de San
Pedro y San Pablo
Extramuros que hacía falta
visitar, añadió
la de Letrán. A continuación,
Urbano VI decidió
fijar el plazo a los 33
años, en recuerdo
del tiempo de la vida terrena
de Cristo.
A su muerte, el nuevo Pontífice,
Bonifacio
IX, inauguró el Año Santo
de 1390. La proximidad
del fin del siglo, y la
afluencia constante
de peregrinos le llevaron
a convocar un nuevo
Jubileo en 1400.
Terminado el Cisma de Occidente,
Martín V
convocó el Año Santo para
el 1425, e introdujo
dos novedades: acuñar una
medalla conmemorativa
y abrir la Puerta Santa
en San Juan de Letrán.
Según lo acordado por Urbano
VI, el nuevo
Jubileo debería celebrarse
en 1433, pero
no fue así. Bajo el Pontificado
de Nicolás
V, fue convocado un Jubileo
para 1450. Pablo
II, por una Bula de 1470,
establece que,
en adelante, el Jubileo
se celebrará todos
los 25 años. Sixto IV convocó
así el Jubileo
siguiente, en 1475: para
esta ocasión, el
Papa quiso embellecer Roma
con obras nuevas
e importantes, como la
Capilla Sixtina y
el Puente Sixto sobre el
Tiber. En este tiempo
trabajarían en Roma los
más grandes artistas
de la época: Verrochio,
Signorelli, Ghirlandaio,
Boticelli, Perugino, Pinturicchio,
Melozzo
de Forli.
En 1500, Alejandro VI quiso
que las Puertas
Santas de las cuatro Basílicas
fueran abiertas
al mismo tiempo, reservándose
la apertura
de la Puerta Santa de San
Pedro. Clemente
VII abre solemnemente,
el 25 de Diciembre
de 1524, el noveno Jubileo,
cuando comenzó
a hacerse sentir la gran
crisis que, en poco
tiempo, comenzaría a invadir
Europa, con
la Reforma Protestante.
E1 Jubileo de 1550
fue convocado por Pablo
III, pero fue Julio
m quien lo abrió. La afluencia
considerable
de peregrinos causó un
gran número de problemas
de ayuda a los cuales socorrió
principalmente
San Felipe Neri con la
"fraternidad
de la Santa Trinidad".
En 1575, bajo
el Pontificado de Gregorio
XIII, más de 300.000
personas de toda Europa
vinieron a Roma.
Los Años Santos sucesivos
del siglo XVII
fueron convocados por Clemente
VIII (1600),
Urbano VIII (1625), Clemente
X (1675).
A Inocente X, promotor
del Jubileo de 1700,
está unida una de las mayores
obras caritativas
de Roma: El Hospital de
San Miguel de Ripa.
A1 mismo tiempo, las iniciativas
para subvenir
a las necesidades de los
peregrinos se multiplicarían,
como fue el caso en 1725,
bajo el Pontificado
de Benedicto XIII. San
Leonardo de Porto
Mauricio fue el predicador
infatigable del
Año Santo de 1750 (convocado
por Benedicto
XIV); fue preciso edificar
en el Coliseo
14 Capillas para la piadosa
práctica del
Vía Crucis y una gran cruz
en mitad de la
arena. Clemente XIV promulgó
el Jubileo para
1775, pero él no lo pudo
abrir porque murió
tres meses antes de la
apertura solemne,
que fue hecha por el nuevo
Pontífice Pío
VI. La situación difícil
de la Iglesia en
tiempo de la hegemonía
de Napoleón no permitió
a Pío VII convocar en Jubileo
para 1800.
Más de medio millón de
personas vinieron
a Roma en 1825. León XII
sustituyó la visita
habitual de los fieles a San Pablo Extramuros, destruida
por el incendio de 1823,
por la visita a
la Basílica menor de Santa
María Trastévere.
Veinticinco años más tarde,
el desarrollo
del Año Santo fue impedido
por los sucesos
acaecidos con la República
Romana y el exilio
temporal de Pío IX. Este
mismo Pontífice
pudo de todos modos convocar
el Jubileo de
1875, privado de las ceremonias
de apertura
y cierre de la Puerta Santa
a causa de la
ocupación de Roma por las
tropas de Víctor
Manuel II.
Corresponde a León XIII
convocar el vigésimo
segundo Jubileo para el
comienzo del siglo
XX de la era cristiana:
fue señalado por
seis Beatificaciones y
dos Canonizaciones
(las de San Juan Bautista
de La Salle, y
de Santa Rita de Cascia).
En 1925, Pío XII quiso
que, al mismo tiempo
que el Año Santo, se propusiera
a la atención
de los fieles la obra preciosa de las Misiones,
e invitó a los fieles,
para ganar las indulgencias,
a rezar por la paz entre
los pueblos.
En 1950, algunos años después
del fin de
la segunda guerra mundial,
Pio XII promulgó
el nuevo Jubileo indicando
sus fines: la
santificación de las almas
por la oración
y la penitencia, y por
la fidelidad indefectible
a Cristo y a su Iglesia;
acciones por la
paz, y la protección de
los Santos Lugares;
defensa de la Iglesia contra
los ataques
renovados de sus enemigos,
y petición teniente
de la verdadera fe para
aquellos que están
en el error, para los Infieles,
los ateos;
realización de la justicia
social y de obras
asistenciales en favor
de los humildes y
necesitados. Durante este
Año tuvo lugar
la proclamación del Dogma
de la Asunción
al Cielo de la Virgen María
(1 de Noviembre
de 1950).
En 1975 Pablo VI convocó un Jubileo oridinario que presentó
de manera sintética sus objetivos con las
palabras "Renovación" y "Reconciliación".
* Fuente: Conferencia Episcopal española
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