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Puerto Rico 1898:
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José Julián Acosta

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BOLICIONISTA, político, educador y prosista. Nació José Julián Acosta en la ciudad de San Juan, Puerto Rico, el 16 de febrero de 1825.

Es en la ciudad capitalina donde encontramos los antepasados de abolengo de Acosta y donde se desarrolla la vida de este hijo ilustre de Borinquen, que dedicó toda su vida a la búsqueda del bienestar de sus compatriotas, en particular de la libertad de los negros esclavizados.

E
n la partida del Libro I de matrimonios de blancos del 1695, de la Catedral capitalina, comienzan a desfilar sus antecesores: el soldado don Juan de Acosta y Herrera, natural de Portugal, desposándose con la sanjuanera doña María García.

Los documentos revelan a los hijos y nietos de éstos gozando de hidalguía, contrayendo matrimonio con militares y funcionarios gubernamentales, todos ellos con limpieza de sangre, o sea:

blancos, limpios de toda mala raza de mulatos,
judíos, moros y recién convertidos, y que han obtenido
empleos honoríficos en todos tiempos y que por su
clase distinguida no han desmerecido ni pueden
desmerecer enlazarse con cualquiera otra familia
de las principales o escogidas de la Isla.

Se mencionan entre ellos a los Piñero, Moreno, Valentín, Urquizu, García, Ramírez de Arellano y Martínez, Irizarry, del Toro (estos últimos de San Germán); los Sandoval y Quintana (de Cádiz), Romero, Villafaña, Bobé y Lovera (Mallorca), Vergara, Domínguez, entre otros. Otros documentos atestiguan autorizaciones del rey a los De Acosta y Calbo para firmarse con el distintivo "Don" y usar la partícula "de" en su apellido. Uno de sus antecesores, don Francisco de Acosta y Sandoval, tenía una finca que se extendía desde la entrada de Río Piedras a lo que es hoy la Parada 15 en Santurce. Acta de bautismo de Acosta
Foto: acta de bautismo de Acosta.

¿Pero despertaban en estas familias hidalgas de los Acosta y Calbo las ideas de avanzada y reformistas que le causarían persecuciones y cárcel a don José Julián? ¿Acariciaban desde finales del siglo 18 el sentimiento de identidad puertorriqueña? En 1805, doña María Merced Calbo aparece contrayendo matrimonio en la Catedral con don Juan Jacinto Rodríguez Calderón, y entre uno de los testigos de la ceremonia eclesiástica aparece don Ramón Power y Giralt quien, electo diputado a las Cortes de España, iniciaría una vigorosa campaña parlamentaria en servicio de la patria y nuestros compatriotas, los naturales de Puerto Rico. Escritos sobre los Acosta mencionan miembros de la familia aficionados a los estudios humanísticos y amantes de su tierra.

La decisión de los padres de matricular a José Julián en el Seminario Conciliar bajo la tutela del padre Rufo Manuel Fernández (1790-1855), apunta hacia ello. El sacerdote gallego, a quien tanto honor le debe Puerto Rico, había llegado a la Isla en 1832 con el nombramiento de Canónigo de la Catedral. Seminario Conciliar
Seminario Conciliar San Ildefonso,
calle del Cristo, viejo San Juan

Los absolutistas en España lo perseguían por sus ideas acentuadamente constitucionalistas, lo que le costó la cátedra de Física Experimental en la Universidad de Galicia. Viajó el presbítero desterrado por varios países. En 1834, estableció en San Juan un curso de Física y Química, secundado por la Sociedad de Amigos del País, no sin encontrar desaires por parte del gobierno colonial y el Cabildo de San Juan.

Las ideas liberales, enseñanza y la orientación cristiana del sobresaliente Padre Rufo impactaron a sus discípulos, varios de los cuales se convertirían en hombres íntegros y de servicio a nuestra patria. Entre ellos, el entonces jovencito José Julián, a quién el padre Rufo lo distinguió con una beca para proseguir estudios en Madrid. José Julián era talentoso y dedicado a los estudios. No dejó pasar aquella gran oportunidad y en 1851 cursó estudios universitarios en Ciencias físico-matemáticas, en la Universidad Central. Amplió los mismos en universidades de París, Londres y Berlín. En dicha capital alemana fue discípulo del famoso naturalista Alejandro Von Humbolt.

Por su excelente capacidad, Acosta fue aceptado como profesor en varios colegios de la capital con tan sólo 18 años de edad. Durante su vida, fue profesor en el Seminario Conciliar y en la Escuela de Comercio y Náutica.

Foto: Facultad y estudiantes del Instituto Civil de Segunda Enseñanza.


Ganó las cátedras de Geografía e Historia en el Instituto Civil de Segunda Enseñanza (Ver soto), el cual luego dirigió de 1873-1874 y de 1882-1884, y en la Institución de Enseñanza Superior del Ateneo Puertorriqueño, del cual fue cofundador con Manuel Elzaburu en 1876, y presidente.

Mas, el Estado reaccionario veía a estos jóvenes como propagadores del germen revolucionario. Fernando VII decretaría el cierre de las universidades. Acosta perdió su cátedra bajo la gobernación del teniente general Rafael Echagüe (1860-1862), al igual que Baldorioty de Castro, y en 1874 siendo gobernador José Laureano Sanz.

La contribución más significativa de don José Julián Acosta para con sus hermanos boricuas toma forma en 1867 al ser designado por la municipalidad de San Juan miembro de la Junta de Información sobre reformas para las Antillas. El 10 de abril, junto a don Segundo Ruiz Belvis y don Francisco Mariano Quiñones, redactó El Proyecto de abolición de la esclavitud en Puerto Rico que fue presentado ante el gobierno español. El informe magistral, trazaba elocuentemente el origen y desarrollo de la institución esclavista, y recababa:

La Abolición gradual nunca ha dado de sí los resultados
prometidos... La abolición inmediata, en cambio, ha dado
de sí beneficios que han excedido las más lisonjeras
esperanzas...
Los emancipados no deben ser sometidos
a ninguna clase de reglamentación. Mas, si ésta es
menester, venga en horabuena, la reglamentación,
con tal que no exceda de cinco años.


El pago de la indemnización a los propietarios nos parece
aceptable porque así cuadra a los intereses generales de
la sociedad. Pero si esta indemnización no fuera posible;
si, por un conjunto de dolorosas circunstancias, no hay
otro medio sino optar entre la abolición sin indemnización
o la continuación de la esclavitud, en este caso suprímase
la esclavitud y olvídese la indemnización o sin ella, la
esclavitud no debe durar un solo día.

Es este documento uno de los más trascendentales de nuestra historia en el decimonono. Sus demandas fueron consideradas por muchos como atrevidas y peligrosas a sus intereses económicos. El ambiente social y político en la Isla era tenso, lleno de intrigas y sospechas ante las ideas abolicionistas y el activismo de sus líderes. Las fuerzas de la intolerancia crecían.

El gobierno de la metrópoli conocía el fervor abolicionista puertorriqueño. En 1855 Betances había fundado en Mayagüez una sociedad secreta que, entre otros objetivos, redimía los hijos de esclavos en la pila bautismal mediante el pago de la cuota de 25 pesos, aprovechando un reglamento que había promulgado el gobernador De la Torre. Diez años después, don Julio Vizcarrondo Coronado había establecido en Madrid la Sociedad Abolicionista Española, que contaba con figuras destacadas en la política, las ciencias y las letras. Tenía como órgano el periódico El Abolicionista.
Periódico El Abolicionista.

Al estallar la insurrección de Lares en 1868, la cual prometía la emancipación de la servidumbre negrera, los propietarios de esclavos en la Isla y el gobierno conservador que los apoyaba, aprovecharon para hostigar y perseguir a los líderes abolicionistas. Don José Julián Acosta fue encarcelado en Arecibo y encerrado en las mazmorras del castillo de San Felipe del Morro. Al igual que don Ramón Emeterio Betances, Ruiz Belvis y Mariano Quiñones, entre otros, Acosta no se dejó intimidar ante los abusos de la Guardia Civil. En 1870, fue electo diputado a Cortes. Aunque reposado de carácter, demostró en los debates que se suscitaron en Madrid en 1870 sobre el informe abolicionista, ser un gran orador, erudito y apasionado contra la bochornosa esclavitud que imperaba sobre unos 30 mil seres humanos en Puerto Rico. El esfuerzo de los abolicionistas, luego de tantos sacrificios, destierros y torturas, se vio coronado con la abolición de la esclavitud en marzo de 1873.

En 1870, Acosta participó en la organización y directiva, junto a Julián Blanco, del Partido Liberal Reformista, que presidiría don Pedro Gerónimo Goico. En 1871 y 1879 fue delegado en las Cortes españolas. Los liberales reformistas demandaban el reconocimiento de los derechos individuales contenido en el Título
I de la Constitución española: libertad de palabra, inviolabilidad de la persona, derecho y garantía a la propiedad, derecho a establecimientos docentes y derecho a la competencia igual por empleos. Irónicamente, el Partido pedía un sufragio restringido, relegando a la gran mayoría del pueblo del proceso democrático electoral. Aunque aspiraban a que Puerto Rico se convirtiera en una provincia española con poderes liberales, era de corte autonomista pero con un segmento asimilista dentro del partido, filosofías ambas que perdurarían hasta nuestros días. Aunque cauteloso para no ser asociado con los separatistas, el Partido Liberal Reformista representaba para los conservadores una amenaza política que ganaba simpatías entre el pueblo puertorriqueño. En 1873, Acosta presidió el partido.

En 1874 ocurre un golpe de estado en España que derrocó al gobierno republicano y restauró el borbónico con Alfonso XII. Con ello, se impusieron de nuevo las temidas facultades omnímodas en la Isla, lo que celebró el sector conservador. Estos hechos constituyeron un severo golpe al movimiento liberal reformista y la persecución y agresión contra sus líderes y miembros bajo la gobernación de Sanz. El partido fue desintegrándose y su liderato, entre ellos Acosta, Goico, Baldorioty de Castro, Blanco y José Celis Aguilera abandonaron la lucha política.

Don José Julián Acosta fue también historiógrafo, periodista y escritor. En 1851, por su afición a la Historia, organizó una sociedad recopiladora de documentos referentes a Puerto Rico en archivos peninsulares. A él, se unieron Betances, Ruiz Belvis, Tapia y Baldorioty, entre otros. Su revisión y apuntes eruditos en 1866 de la Historia geográfica, civil y natural de la isla de San Juan Bautista de Puerto Rico, escrita por fray Iñigo Abbad, le valió el título de miembro de la Real Academia Española de la Historia, en 1867.

En su biblioteca personal se apreciaban las obras de Cervantes, Calderón, Víctor Hugo, Quintana, Tapia y Rivera, Alejandrina Benítez, Corchado y Juarbe. Se le considera a Acosta entre los primeros y más respetados críticos de nuestra literatura puertorriqueña.

Fue continuador de la difusión cultural de los Almacenes Aguinaldos de Puerto Rico, que publicaba anualmente su hermano, el poeta y articulista Eduardo Eugenio, quien murió en 1868. Escribió José Julián Horas de prisión, que recoge su experiencia al ser encarcelado en el Grito de Lares; y Tratado de agricultura teórica en 1865. En 1869 y 1870, publicó respectivamente Colección de artículos y Nueva colección de artículos, que incluyen temas biográficos, de tradiciones, agricultura, crítica literaria, educación y economía. En 1870 fundó el periódico autonomista El Progreso, y participó en la creación de El Agente en 1875. Cuatros años después, imprime La libertad de comercio y el sistema prohibitivo en América, y en 1885 El padre Didón y Los alemanes. El año anterior había sido condecorado con la Gran Cruz de Isabel la Católica. Aún sexagenario, se dedicaba a la docencia y a la cátedra de Historia Universal en el Ateneo Puertorriqueño. Dejó inédito un estudio sobre el jurista y enciclopedista español Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811).

Falleció el insigne Acosta en su ciudad natal, el 26 de agosto de 1891.

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